Como hemos visto a lo largo de este curso, el ABP se convierte en una metodología activa que consigue poner al alumnado en el centro de su propio aprendizaje. Con la implementación de esta metodología vamos a conseguir, mediante proyectos cercanos al alumno, que este sea consciente del proceso de metacognición que le ayudará a entender el para qué aprendemos y para qué les servirá en el futuro este aprendizaje. Es por ello que los centros de forma consensuada sean capaces de generar proyectos interdisciplinares y adaptados a las diferentes etapas para llevar a cabo un proceso de aprendizaje continuo con una metodología a la que es fácilmente adaptar otras metodologías como la gamificación, el aprendizaje basado en retos, el trabajo colaborativo, entre otras.
A pesar de las ventajas que hemos visto que puede presentar esta metodología, todavía dista de una implementación real y eficaz, ya que es necesario que todo el personal docente esté dispuesto a salir de su zona de confort y apostar por la innovación y por la realización de proyectos que en ocasiones producen un trabajo “extra” para poder llevarlos a cabo.
En el caso de mi centro, aunque muchos de los docentes están dispuestos a dar este paso, todavía hay personal que es reacio a dicha implementación, no solo del ABP, sino de nuevas metodologías que requieran de este esfuerzo de más del que estoy hablando.
Por eso es necesario que desde la dirección del centro, se planteen estrategias que partan de la formación continua del profesorado y de la generación de proyectos que signifiquen un estímulo para el resto del profesorado; con la intención de que este sea capaz de participar, colaborar y generar entornos de enseñanza adaptados a los nuevos escenarios sociales y tecnológicos que se nos plantean.
